En plena escalada de la guerra comercial impulsada por Donald Trump, el Mercosur decidió ampliar temporalmente las excepciones al Arancel Externo Común (AEC), permitiendo que los países miembros ajusten tarifas de productos importados sin necesidad de seguir la norma regional unificada. Esta decisión, anunciada en un comunicado conjunto por Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia, llega en un momento clave para el bloque sudamericano y deja en evidencia la controvertida política exterior del gobierno de Javier Milei.
Argentina, que ocupa la presidencia pro-témpore del Mercosur, presiona para cerrar un tratado de libre comercio con Estados Unidos, una estrategia que choca con el principio de consenso del bloque y con las posturas de países como Brasil. La reciente visita relámpago de Milei a Paraguay para coordinar una agenda común con Santiago Peña confirma su intento de flexibilizar el Mercosur desde adentro, incluso a costa de tensar la relación con socios históricos como Luiz Inácio Lula da Silva.
Pese a los intentos del Gobierno de mostrarse como líder regional, la última Cumbre de la CELAC en Honduras dejó a Argentina y Paraguay aislados. Sus posiciones alineadas con Washington fueron marginadas por el resto de los países, que priorizaron la cooperación regional ante las presiones comerciales externas.
La nueva ampliación de hasta 50 códigos arancelarios, que será revisada en abril y mayo, es vista por analistas como una maniobra técnica más que una victoria diplomática. Mientras Milei busca imponer una agenda liberal proestadounidense, el Mercosur enfrenta el desafío de preservar su unidad y relevancia ante un escenario global cada vez más volátil.
