La celebración de Pascua este año llegó con sabor amargo para muchas familias argentinas. Con una suba de más del 50% en la canasta típica, productos como el huevo de chocolate, el pescado y la rosca de Pascua se volvieron inaccesibles para buena parte de la población. El resultado: menos compras, menos movimiento en los comercios y una tradición que, poco a poco, pierde presencia en los hogares.
Según comerciantes y referentes del sector, las ventas cayeron de manera significativa en comparación con años anteriores. Muchos clientes optaron por versiones más pequeñas de los productos clásicos, otros directamente los reemplazaron por alternativas más económicas o eligieron no comprarlos.
La crisis económica no solo afecta el consumo, también impacta en la cultura y las costumbres: compartir una rosca o regalar un huevo de Pascua, gestos que solían estar presentes incluso en los hogares más humildes, se volvieron un lujo.
En este contexto, las Pascuas dejaron de ser una fecha de encuentro y celebración para transformarse en una muestra más de cómo la inflación afecta la vida cotidiana. Mientras los precios suben, la tradición se achica.
