El riesgo país trepa a 863 puntos: desconfianza financiera y una economía desconectada del pueblo

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El modelo especulativo vuelve a mostrar sus límites: los bonos argentinos se desploman en medio de un clima internacional adverso y una política económica que posterga a la producción y el trabajo.

31 de marzo de 2025

El riesgo país volvió a dispararse en la Argentina, alcanzando los 863 puntos básicos luego de un salto de 62 unidades en una sola jornada. La caída de los bonos Globales argentinos, con bajas de hasta 2,5%, refleja el creciente escepticismo de los mercados ante un modelo económico que insiste en priorizar los intereses financieros por sobre los intereses del pueblo.

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Las políticas de apertura irrestricta de importaciones, sumadas a los recortes en la inversión pública y el desmantelamiento del aparato productivo nacional, configuran un escenario donde la economía real queda rezagada y la especulación gana terreno. El anuncio del gobierno sobre la baja de aranceles a la indumentaria y al calzado –celebrado por sectores financieros– es una muestra clara de cómo se avanza en la destrucción del mercado interno, dejando indefensas a nuestras industrias frente al dumping y los productos importados.

En paralelo, la presión de los mercados internacionales y los anuncios proteccionistas de Estados Unidos recrudecen la situación. Pero el problema no es solamente externo: el modelo de endeudamiento, ajuste fiscal y sumisión a los organismos multilaterales como el FMI profundiza la dependencia y anula cualquier posibilidad de desarrollo autónomo.

Mientras los bonos caen y el dólar libre sube a $1.315, el Gobierno negocia un nuevo paquete con el Fondo Monetario Internacional por 20.000 millones de dólares. Una vez más, se promete cumplir con metas fiscales a costa de la calidad de vida de los argentinos. Lejos de fortalecer el aparato productivo o reactivar el consumo interno, se opta por sostener compromisos financieros a cualquier precio.

Desde una mirada peronista, esta situación confirma lo que venimos advirtiendo: no se puede gobernar de espaldas al pueblo. No se puede construir soberanía ni estabilidad económica sin industria nacional, sin trabajo digno, sin un Estado fuerte que regule el mercado y defienda a los más vulnerables.

Los datos bursátiles hablan de una desconfianza creciente en los papeles argentinos. Pero lo más grave es la desconfianza que crece en los hogares del país: desconfianza en que este modelo pueda ofrecer futuro, trabajo y bienestar. Es hora de volver a poner a la Patria en el centro y al pueblo en el corazón de las decisiones económicas.

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