Mientras la central obrera mantiene su postura dura, el oficialismo consiguió evitar el paro de colectivos mediante conciliación obligatoria. La protesta del jueves seguirá en pie.
A tres días del tercer paro nacional contra la gestión de Javier Milei, el Ejecutivo no consiguió revertir la decisión de la Central General de Trabajadores (CGT), aunque logró neutralizar parcialmente su impacto: los colectivos circularán gracias a una medida legal que obliga al gremio de transportistas a suspender su adhesión.
Pese a reuniones exploratorias con sectores gremiales, la cúpula sindical —liderada por Daer (Sanidad), Acuña (Combustibles) y Argüello (Camioneros)— rechazó cualquier negociación. La protesta, que arrancará el miércoles al mediodía con la movilización semanal de jubilados, acompañados por sectores gremiales, se extenderá hasta el jueves. Según el ejecutivo, “se mantiene sin reclamos concretos.”
El que si logro disminuir el impacto del paro general fue el secretario de Trabajo, Julio Cordero, quien evitó el paro de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) al decretar la conciliación obligatoria por 15 días, tras fracasar las tratativas salariales. La resolución —firmada horas antes de que comenzara la medida original— impide al sindicato sumarse al cese de actividades, aunque no descarta apoyos simbólicos.
“Garantizamos el servicio para preservar el diálogo”, justificó el Ministerio de Capital Humano. No obstante, desde la Rosada admiten que la CGT podría ignorar el gesto: “convocaron al paro por la presión de algunos sectores, por eso es difícil negociar con alguien que no pide nada puntual”, señaló un allegado a Guillermo Francos.