En un nuevo episodio de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, el expresidente Donald Trump dejó abierta la posibilidad de una negociación, luego de que Beijing anunciara un fuerte aumento de aranceles del 125% sobre productos estadounidenses y suspendiera el ingreso de nuevas mercancías desde ese país.
Desde la Casa Blanca, la portavoz Karoline Leavitt aseguró que Trump “quiere hacer lo correcto para el pueblo estadounidense” y que confía en que China se sentará a negociar, aunque aún no se confirmaron contactos oficiales entre ambos gobiernos.
China, por su parte, condenó con dureza la política comercial de EE.UU., calificándola como unilateral, coercitiva y fuera de las reglas del comercio internacional. Además, advirtió que, de continuar la escalada, responderán con firmeza y no descartan una confrontación prolongada.
El conflicto se intensificó tras la decisión de Trump de subir aranceles a productos chinos hasta un 145%, lo que generó tensión en los mercados internacionales. Beijing respondió con una postura desafiante, asegurando que “Estados Unidos debe asumir toda la responsabilidad por esta situación”.
A pesar de las amenazas cruzadas, ambas potencias dan señales de que podría haber margen para el diálogo. La guerra comercial entre China y EE.UU. no solo impacta en sus economías, sino que también afecta al comercio global, a los precios internacionales y al equilibrio económico mundial.