La caída del proyecto de Ficha Limpia en el Senado no solo marcó el fracaso de una iniciativa que pretendía inhabilitar a candidatos con condenas en segunda instancia por delitos de corrupción. El episodio expuso, con crudeza, las tensiones internas entre libertarios y macristas, la fragilidad del oficialismo en el Congreso y el tablero político que se reordena ante una eventual candidatura de Cristina Fernández de Kirchner.
La votación terminó 36 a 35 y dejó fuera de carrera a una de las principales banderas del discurso anticasta. El oficialismo necesitaba 37 votos para aprobar la norma, pero la sorpresiva negativa de los senadores misioneros Carlos Arce y Sonia Rojas Decut —aliados ocasionales de La Libertad Avanza— cambió el rumbo de la sesión. Ambos responden al exgobernador Carlos Rovira, y su decisión fue interpretada como un pase de factura por el armado electoral que Karina Milei impulsa en Misiones.
Más que una ley, una disputa de poder
La discusión no giró exclusivamente en torno a la corrupción ni a la ética pública. El trasfondo fue eminentemente político. Desde el peronismo, la lectura fue clara: Ficha Limpia era una maniobra para proscribir a CFK, cuya inhabilitación —aunque no confirmada por la Corte— hubiese quedado virtualmente anticipada con la sanción de esta ley. No casualmente, desde Unión por la Patria se denunció una avanzada de “democracia condicionada” y “métodos mafiosos judiciales”.
El oficialismo y el PRO, impulsores del proyecto, quedaron descolocados. Las acusaciones cruzadas comenzaron de inmediato. Ezequiel Atauche, jefe del bloque libertario, señaló directamente a los misioneros por haber “traicionado” la estrategia parlamentaria. La diputada Silvia Lospennato (PRO), principal promotora de la norma, apuntó aún más arriba: sugirió que desde Casa Rosada hubo sectores interesados en que Cristina siguiera “en la cancha”. La grieta se profundizó no solo entre bloques sino dentro del propio frente libertario.
Una derrota que se sospecha planificada
La velocidad con la que el Gobierno difundió un comunicado condenando el rechazo alimentó las sospechas de un posible pacto tácito. El texto, con firma presidencial, criticó con dureza a los senadores, acusándolos de actuar en defensa de “intereses personales y partidarios”, mientras el eslogan oficialista “Es kirchnerismo o libertad” se replicaba como respuesta defensiva y ofensiva al mismo tiempo.
Este doble juego generó un efecto boomerang. Mientras algunos sectores libertarios aseguraban que el Gobierno fue “presionado” para sesionar, otros dentro del PRO entendieron que Milei prefirió evitarle a su administración un eventual efecto rebote judicial, justo cuando casos como el escándalo cripto $LIBRA y denuncias de corrupción golpean a su entorno.
Ficha Limpia, ¿una oportunidad desperdiciada o un trofeo simbólico?
La ley, tal como fue redactada, tampoco convencía a todos sus impulsores. El hecho de que la inhabilitación aplicara solo si la condena estaba firme 180 días antes de la elección, y solo en casos de corrupción, generó críticas internas. Desde el peronismo y parte del radicalismo se objetó que la norma era “selectiva” y que podía dejar afuera a políticos con causas no vinculadas a delitos de guante blanco. La senadora Silvia Sapag fue contundente: “Un homicida o narcotraficante podría competir, pero no alguien condenado por administración fraudulenta”.
Además, durante la misma jornada parlamentaria fracasaron las mociones para interpelar a Karina Milei y Luis Caputo por el caso $LIBRA, lo que alimentó la denuncia de “doble vara”. Como sintetizó Martín Lousteau: “Hoy nos tendríamos que haber ido con Ficha Limpia y con las interpelaciones aprobadas”.
Cristina, la presencia que ordena y desordena la política
El resultado en el Senado no solo frustró la ley, sino que rehabilitó simbólicamente a Cristina Fernández de Kirchner. Aunque no haya confirmado oficialmente su candidatura, el tablero cambió. El peronismo celebró el resultado con abrazos en el recinto y euforia en redes sociales. Para su militancia, lo que se evitó fue una nueva proscripción, como las que pesan históricamente sobre el movimiento.
Juliana Di Tullio fue clara: “Están claudicando definitivamente el poder político a manos del Poder Judicial”. Y la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, lo sintetizó como una victoria de la democracia frente a la “cultura de la cancelación”.
¿Un final abierto?
La ley Ficha Limpia fue presentada como una herramienta ética, pero naufragó en un mar de internas, sospechas y contradicciones. La derrota dejó heridas abiertas en el frente oficialista y en su alianza con el PRO, debilitó la narrativa anticorrupción y fortaleció, al menos por ahora, la figura de CFK como actor central del escenario político argentino.
En la superficie, fue una votación fallida. En el fondo, una jugada de alto voltaje que definirá estrategias, alianzas y discursos de cara a 2025.