El gobierno argentino apuesta todo a Washington, pero China profundiza su influencia territorial con inversiones estratégicas y diálogo directo con gobernadores
La geopolítica global se disputa el territorio argentino, y Javier Milei parece no haberlo notado. Mientras el Presidente mantiene una alineación absoluta con Estados Unidos y Donald Trump, el gobierno chino activa una estrategia silenciosa pero efectiva: consolidar su poder a través de inversiones directas en las provincias, eludiendo la Casa Rosada. En plena tensión entre Washington y Beijing, China gana posiciones en el interior productivo del país y refuerza su rol como actor clave en la economía argentina.
Diplomacia por abajo: la estrategia china para sortear a la Casa Rosada
Como en el juego del Go, China apuesta al control territorial. Y si Milei bloquea el vínculo central, las provincias ofrecen la puerta lateral. El gigante asiático despliega una ofensiva económica transversal, sin distinción de partidos ni ideologías, con el objetivo de mantener presencia estratégica en sectores clave: energía, minería, agroindustria y logística.
El caso más reciente es Santa Fe, donde el Fufeng Group proyecta una inversión de US$400 millones en un complejo agroindustrial que podría generar 600 empleos y transformar el maíz argentino en aminoácidos de uso alimentario. Córdoba también disputa ese polo de desarrollo.
Litio, pesca, energía y maquinaria: un mapa chino de punta a punta
Mientras Milei repite el mantra de “libertad” mirando a la Casa Blanca, China firma acuerdos en todas las regiones del país:
- Salta: la minera Ganfeng inauguró una planta de litio con una inversión de US$790 millones, más un parque solar propio de US$190 millones. Tiene dos proyectos más en fase de desarrollo.
- Santa Cruz: el gobernador Claudio Vidal firmó un acuerdo pesquero-industrial con Hong Dong por al menos US$200 millones. Incluye frigoríficos, fertilizantes y mejora portuaria.
- Mendoza: la firma Liu Gong desembolsó US$5 millones en maquinaria pesada.
- Chubut: se negocia un “corredor seguro” para la flota pesquera china, a pesar de los cuestionamientos del gobierno nacional, que repite las advertencias de EE.UU. sobre “pesca ilegal”.
Estas inversiones no son sólo negocios: son geopolítica concreta, que da aire a economías provinciales asfixiadas por el ajuste fiscal del gobierno nacional.
Washington aplaude, pero China paga
Mientras Milei recibe visitas del Comando Sur y del secretario del Tesoro de EE.UU., la diplomacia china avanza con otra lógica: sin confrontaciones públicas, pero con resultados tangibles. Esta semana llega a Buenos Aires una delegación de alto nivel encabezada por Ren Hongbin, secretario del Partido Comunista Chino, con ejecutivos de Hisense, ZTE, ICBC, Bank of China, CRCC y otras empresas estatales ya activas en Argentina.
El contraste no puede ser más claro: mientras el gobierno argentino rechaza públicamente al régimen comunista chino, el swap de divisas con el Banco Popular de China sigue siendo clave para sostener las reservas del Banco Central. Y en el primer trimestre de 2025, China fue el principal proveedor de bienes del país, superando a Brasil y triplicando a Estados Unidos.
El modelo Milei, en tensión con el mundo multipolar
En nombre de la “libertad”, Milei ha asumido una posición hostil hacia China, a tono con su simpatía por Trump y su narrativa ideológica. Pero en un mundo multipolar y tensionado, esa rigidez puede resultar más costosa que simbólica. La economía argentina no solo depende del swap y del comercio con China: también necesita inversiones concretas que hoy sólo se canalizan por vía provincial.
El problema no es solo diplomático. Al desentenderse de China, Milei no solo se aleja de un socio comercial indispensable: también cede capacidad de influencia en el territorio nacional, permitiendo que gobernadores, incluso de su propio signo político, negocien directamente con Beijing en busca de oxígeno económico.
Conclusión: un país con dos agendas
Mientras Milei levanta la bandera de Occidente, China construye poder real sobre el terreno argentino. La Casa Rosada podrá preferir el relato épico de la lucha ideológica, pero en los hechos, la geopolítica funciona con otros códigos: inversión, infraestructura, comercio, energía. Y allí, Beijing marca el ritmo.
Lejos del libreto libertario, los hechos muestran que Argentina no puede darse el lujo de ignorar a China. Pero Milei ya lo está haciendo. Y China, como en el Go, responde con paciencia, estrategia… y millones de dólares.