La Cámara de Casación confirmó la condena a prisión perpetua para tres policías involucrados en el asesinato de Lucas González, un joven de 17 años que fue abatido en noviembre de 2021 en el barrio porteño de Barracas. Los policías Gabriel Isassi, Fabián López y Juan José Nieva fueron hallados culpables de homicidio quíntuplemente agravado y tentativa de homicidio. Sin embargo, dos de los agentes, Juan Horacio Romero y Sebastián Jorge Baidón, fueron absueltos y puestos en libertad por el tribunal, lo que demostró que las pruebas en su contra eran insuficientes. La familia González expresó su conformidad con la decisión, aunque lamentó la absolución de los otros dos uniformados.
El caso se convirtió en un símbolo del racismo y la violencia policial, ya que, según el abogado de la familia, Gregorio Dalbón, Lucas González fue asesinado “por el color de su piel”. El fallo incluyó el agravante de odio racial, algo inédito en la jurisprudencia, y ratificó la condena a prisión para otros policías involucrados en encubrimiento y privación ilegítima de la libertad. La decisión fue un paso importante en la lucha contra el abuso de poder policial y la discriminación racial, un tema que se ha vuelto central en los debates sobre justicia en el país.
El asesinato de Lucas González ocurrió cuando él y sus amigos fueron detenidos por policías sin identificación, quienes viajaban en un automóvil sin patente. Tras un intento de evasión por miedo a ser asaltados, los oficiales dispararon contra el vehículo. Lucas recibió un disparo en la cabeza y murió al día siguiente. Sus amigos fueron acusados falsamente y detenidos, pero se demostró que las pruebas en su contra habían sido fabricadas. Este caso resalta tanto la impunidad de la policía como la necesidad de una reforma en las fuerzas de seguridad para evitar futuros abusos.