La elección de León XIV como nuevo Papa desató una curiosa reacción del presidente Javier Milei, quien afirmó en redes sociales que “las fuerzas del cielo han dado su veredicto de modo claro”, acompañado de una imagen generada por inteligencia artificial donde el pontífice aparece con cabeza de león. Sin embargo, el gesto parece más una estrategia de marketing político que un acercamiento genuino a la Iglesia, con la que mantiene una relación tensa desde hace años.
Durante su campaña, Milei atacó duramente al Papa Francisco, a quien calificó como “el maligno en la Tierra” y lo tildó de “nefasto” y “personaje impresentable”. Aunque luego moderó su discurso, el daño en la relación con sectores católicos ya estaba hecho. Ahora, su intento por sumarse a la celebración por la llegada de un nuevo Papa suena contradictorio.
Más aún si se tiene en cuenta que León XIV —el estadounidense Robert Prevost— es un religioso de fuerte arraigo latinoamericano y defensor de la Doctrina Social de la Iglesia, una línea histórica que inspiró al peronismo y se opone al dogma del libre mercado que impulsa Milei. Su perfil pastoral, centrado en los pobres y en una Iglesia cercana al pueblo, está en las antípodas del modelo individualista y de ajuste del presidente argentino.
En este contexto, la reacción mística del mandatario parece esconder su incomodidad ante un nuevo pontífice que continuará el legado de Francisco: una Iglesia activa, crítica del neoliberalismo y comprometida con la justicia social. Es decir, todo lo contrario al rumbo que propone el actual gobierno nacional.