Israel ha convertido aproximadamente el 70% de la Franja de Gaza en zonas prohibidas para los palestinos, mediante órdenes de desplazamiento forzado y exclusiones territoriales, según la ONU. Desde la ruptura del alto el fuego, ha intensificado su control militar sobre el territorio y bloqueado la ayuda humanitaria. La situación genera preocupación internacional por posibles violaciones al derecho internacional y el castigo colectivo a la población civil.
En el sur, gran parte de la gobernación de Rafah fue declarada zona de exclusión desde marzo, mientras que en el norte, casi toda la ciudad de Gaza está bajo órdenes similares. Estas restricciones abarcan también zonas del barrio de Shujayea y áreas fronterizas con Israel. El primer ministro Benjamin Netanyahu anunció que más de dos millones de habitantes serán “trasladados” en el marco de una nueva ofensiva terrestre, que busca mantener una presencia militar permanente en Gaza.
El gabinete israelí aprobó por unanimidad la convocatoria de 60.000 reservistas y le cedió al ejército el control sobre la distribución de alimentos y suministros esenciales. Desde el terreno, el corresponsal de Al Jazeera informó que los palestinos ven estas acciones como una estrategia para alterar el mapa demográfico de Gaza y reforzar el control territorial por encima de cualquier resolución política.
A pesar del temor y el pánico, muchos habitantes expresan en redes sociales su voluntad de resistir. Creen que Israel busca vaciar Gaza de civiles usando tácticas militares encubiertas en un lenguaje humanitario. Sin embargo, el espíritu de desafío persiste: aseguran que no abandonarán su tierra, cueste lo que cueste.