En un nuevo gesto de alineamiento político, el PRO —partido liderado por Mauricio Macri— decidió no condenar las polémicas declaraciones de la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, quien sugirió un respaldo explícito a los candidatos libertarios para evitar un supuesto “descarrilamiento” económico en Argentina.
Lejos de denunciar una injerencia externa en la política interna, el PRO optó por minimizar la gravedad del hecho y emitir un mensaje público llamando a la “tranquilidad” de Georgieva. A través de un comunicado oficial, reivindicaron que el “cambio” en Argentina es más profundo que un resultado electoral y se remonta, según el macrismo, a la irrupción del propio PRO en el escenario político hace más de dos décadas.
Un apoyo estratégico en tiempos de debilidad
El gesto del PRO no es casual. A pesar de algunas diferencias institucionales con Javier Milei, el macrismo busca consolidar una alianza de supervivencia: acompañar el programa económico libertario en pos de garantizar gobernabilidad, estabilidad y continuidad de reformas de mercado.
En un contexto donde el Gobierno enfrenta crecientes tensiones sociales, caída del consumo y cuestionamientos internos, el PRO apuesta a preservar su lugar de influencia dentro de un proyecto político que aún necesita de su estructura territorial y su respaldo internacional para sostenerse.
Este respaldo tácito al oficialismo también responde a una lógica de cálculo electoral: Macri entiende que la suerte del espacio libertario y la del PRO están, al menos en el corto plazo, íntimamente ligadas.
El delicado equilibrio entre el acompañamiento y la diferenciación
Aunque el PRO reiteró su compromiso con el “rumbo económico” iniciado por Milei, también dejó una sutil crítica en su comunicado, al señalar que existen “miradas institucionales diferentes”. Esta frase evidencia que, si bien acuerdan en el diagnóstico económico (ajuste fiscal, apertura de mercados, desregulación), existen tensiones no resueltas sobre el modelo de construcción política, especialmente por el personalismo extremo y la falta de articulación institucional que caracteriza al actual oficialismo.
De esta forma, el macrismo juega una doble estrategia: se muestra como garante de la gobernabilidad frente a los mercados y al FMI, pero conserva la autonomía necesaria para capitalizar electoralmente una eventual crisis de Milei si la situación social o económica se deteriora.
Conclusión
La posición del PRO frente al respaldo electoral del FMI a Javier Milei confirma que, más allá de los matices, existe hoy una alianza estratégica basada en intereses mutuos. El macrismo busca preservar su capital político apoyando un proyecto que todavía necesita legitimidad internacional, mientras se mantiene en guardia para disputar el liderazgo de “la nueva derecha” en Argentina en el mediano plazo.
La pregunta que queda abierta es si esta convivencia forzada resistirá el desgaste de un ajuste económico sin anestesia y el impacto que la crisis social podría tener sobre ambas fuerzas.