El ingreso formal de Estados Unidos en la guerra entre Israel e Irán marca un punto de inflexión geopolítico con consecuencias que superan por mucho al conflicto regional. Donald Trump, el presidente que solía ufanarse de evitar guerras, ha entrado en una, y lo ha hecho con una lógica que rompe abiertamente con el derecho internacional, desdibuja los límites de la diplomacia global y reinstala una hegemonía basada en la fuerza.
💣 El ataque a Irán y la crisis de legitimidad global
El bombardeo de instalaciones nucleares iraníes por parte de bombarderos estadounidenses B-2 no fue autorizado por el Congreso de EE.UU., ni avalado por ningún organismo multilateral. Se trató de un acto unilateral de agresión, ejecutado sin declaración formal de guerra, bajo la justificación de “neutralizar una amenaza nuclear”. Este tipo de ataque preventivo ya tiene antecedentes históricos: se usó como pretexto en Irak, en Siria y en Libia, siempre con resultados devastadores y con un saldo institucional alarmante para el sistema internacional.
En este contexto, Estados Unidos se posiciona nuevamente como actor por fuera de cualquier marco legal internacional, operando desde una lógica imperial, donde la “seguridad nacional” se impone a miles de kilómetros de sus fronteras. En términos geopolíticos, esto representa la consolidación de un orden unipolar armado, en el que Washington actúa como juez, parte y verdugo.
🌐 Del multilateralismo erosionado al retorno de la ley del más fuerte
Desde la guerra de Ucrania hasta este nuevo episodio en Medio Oriente, la selectividad del discurso occidental sobre el derecho internacional queda en evidencia. Mientras se condena con fuerza la invasión rusa, la ofensiva estadounidense no recibe las mismas críticas institucionales, a pesar de violar los mismos principios: soberanía, no agresión y respeto por el derecho internacional humanitario.
Este doble estándar está socavando la legitimidad de Naciones Unidas y del sistema multilateral, cuya impotencia quedó reflejada en la escasa reacción ante el ataque. El propio secretario general, António Guterres, advirtió que la situación “representa una amenaza directa para la paz y la seguridad internacionales”. Sin embargo, el Consejo de Seguridad permanece paralizado, lo que alimenta una percepción global de impunidad estadounidense.
🛢️ ¿Interés nuclear o reposicionamiento geopolítico?
Si bien el pretexto es evitar el desarrollo de armas nucleares por parte de Irán, el trasfondo del conflicto remite a una reconfiguración de poder en Medio Oriente. Trump busca, al mismo tiempo:
- Reforzar su alianza con Netanyahu en un momento de fuerte desgaste político interno para el premier israelí.
- Reposicionar a EE.UU. como actor central en la región, frente al creciente avance de China y Rusia en el tablero diplomático de Irán, Arabia Saudita y Siria.
- Instrumentalizar la guerra como herramienta electoral interna, reforzando su imagen de liderazgo duro y de restauración del poder estadounidense.
🔥 Netanyahu, Trump y la alianza del caos
El rol de Israel como actor provocador en esta escalada no es menor. Tras semanas de ataques a Hezbollah en Líbano y a infraestructuras militares iraníes, Netanyahu logró lo que buscaba: arrastrar a Washington a su guerra. Lo hace mientras enfrenta una orden de arresto internacional por crímenes de guerra, una oposición creciente en su país y la presión por no haber recuperado a todos los rehenes del 7 de octubre.
Trump, por su parte, se alinea con el ala más belicista del establishment estadounidense, rompiendo su promesa de evitar aventuras militares y entrando de lleno en la lógica de “todo lo que vuela contra todo lo que se mueve”, como alguna vez sugirió Henry Kissinger.
⚖️ Consecuencias globales: de la región al mundo
La ofensiva estadounidense transformó un conflicto regional en un problema global. El ataque a Irán genera:
- Un riesgo real de extensión del conflicto a Siria, Irak, Líbano y Yemen.
- El quiebre de los recientes procesos de distensión diplomática entre Arabia Saudita e Irán, mediado por China.
- Un posible alineamiento de potencias emergentes (China, Rusia, Turquía, India) en rechazo a la hegemonía armada de EE.UU.
- Un aumento del precio del petróleo y del riesgo económico global, con impacto directo en los mercados financieros y el comercio mundial.
Desde América Latina, el presidente de Chile, Gabriel Boric, sintetizó la gravedad del momento: “Tener poder no autoriza a usarlo vulnerando las reglas que como humanidad nos dimos. Aunque seas EE.UU. Exigimos y necesitamos paz.”
🧭 Conclusión: ¿una guerra en curso o el prólogo de algo peor?
El ataque de EE.UU. a Irán, más que un episodio aislado, podría ser el inicio formal de una guerra mundial de nuevo tipo: descentralizada, asimétrica y protagonizada por alianzas volátiles. En este escenario, Trump no solo destruye el frágil equilibrio de Medio Oriente, sino también la arquitectura internacional nacida tras la Segunda Guerra Mundial.
Lo que está en juego no es solo el presente de Irán o Israel, sino el futuro del orden mundial. Un mundo donde la ley internacional ha sido reemplazada por la lógica de las bombas, y donde el principal impulsor de esa ruptura es, irónicamente, el país que más se enorgullece de haber construido ese sistema.