La crisis humanitaria en Gaza se ha intensificado tras la implementación de un nuevo sistema de distribución de ayuda impulsado por Israel y Estados Unidos, gestionado por la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF). Este modelo ha sido ampliamente criticado por organizaciones internacionales y ha generado escenas de caos y violencia en los puntos de entrega.
En los últimos días, miles de palestinos desesperados por la escasez de alimentos se agolparon en centros de distribución en Rafah y Deir al-Balah. En uno de estos incidentes, al menos cuatro personas murieron y decenas resultaron heridas cuando las multitudes intentaron acceder a los suministros. Las fuerzas israelíes, presentes en el lugar, respondieron con disparos, lo que agravó la situación.
La GHF, respaldada por exmilitares y contratistas privados estadounidenses, ha sido acusada de militarizar la ayuda humanitaria y de excluir a organizaciones internacionales con experiencia en la región. La ONU y diversas ONG han denunciado que este sistema viola los principios humanitarios fundamentales y podría estar siendo utilizado como herramienta de control político y desplazamiento forzado de la población palestina.
Además, la directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, Cindy McCain, desmintió las afirmaciones de Israel sobre el desvío de ayuda por parte de Hamás, señalando que la desesperación de la población es la principal causa del desorden en la distribución. La ONU ha instado a restablecer los mecanismos tradicionales de entrega de ayuda para garantizar una distribución equitativa y segura.
La situación en Gaza sigue siendo crítica, con más de 54.000 muertos y 180.000 desplazados desde el inicio de la ofensiva israelí. La comunidad internacional continúa presionando por una solución que priorice la asistencia humanitaria y el respeto a los derechos humanos en la región.