Donald Trump, impulsor de una agresiva guerra comercial con China, suavizó su postura tras comprobar el daño que sus políticas arancelarias causaron en la economía estadounidense. El presidente insinuó que podrían finalizar las subas de aranceles recíprocos que afectaron tanto al comercio internacional como al consumo interno en Estados Unidos.
Durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca, Trump reconoció que el incremento de tarifas podría estar frenando el consumo:
“No quiero que suban más porque, en cierto punto, hace que la gente deje de comprar”.
Este viraje retórico llega después de fuertes reacciones en los mercados financieros, que desde 2018 han respondido negativamente a cada escalada en la confrontación comercial con China. Las políticas del gobierno de Trump, lejos de fortalecer la industria nacional, provocaron aumentos de precios, caída del consumo, y un clima de incertidumbre en sectores productivos clave.
El costo de la guerra arancelaria de Trump
La política de aumentos de aranceles, que llegó a aplicar tasas de hasta el 145% sobre productos chinos, generó represalias de Pekín e impactó de lleno en la cadena de suministro estadounidense. Productos de consumo masivo, insumos industriales y bienes tecnológicos se encarecieron, afectando tanto a empresas como a hogares.
Analistas coinciden en que Trump utilizó la guerra comercial como una herramienta política, sin evaluar sus efectos económicos a largo plazo. Ahora, en contexto electoral, el presidente intenta revertir parte del daño con declaraciones ambiguas que buscan generar calma en los mercados.
Un retroceso que expone la falta de estrategia
La reciente moderación del discurso presidencial confirma que la política comercial fue impulsada sin una estrategia clara. Trump avanzó con medidas extremas, sin consultar a expertos ni establecer un plan coordinado con aliados. La consecuencia fue una pérdida de confianza en el liderazgo económico de Estados Unidos y un escenario de volatilidad que afectó tanto al país como a la economía global.
¿Fin de la guerra comercial o jugada electoral?
China, por su parte, mantuvo una posición más estable. Al anunciar que no respondería con más represalias, dio una señal de madurez diplomática frente a la agresividad del gobierno estadounidense. Mientras tanto, Trump intenta reposicionarse como un líder pragmático, pero los costos económicos de su improvisación política ya están a la vista.