La condena firme de la Corte Suprema contra Cristina Fernández de Kirchner no generó resignación. Generó resistencia. En pocas horas, la esquina de San José 1111, donde vive la exmandataria, se transformó en un nuevo epicentro del peronismo, un símbolo de unidad, movilización y memoria. Como alguna vez fue Puerta de Hierro para Perón, hoy esa dirección porteña representa la rebeldía popular frente a la proscripción.
✊ La calle respondió antes que los partidos
Desde el momento en que se conoció el fallo judicial que confirmó la condena en la causa Vialidad, miles de personas se volcaron a las calles. No hubo necesidad de convocatorias formales. El pueblo peronista supo dónde estar. Con frío, con sueño, con bronca, con amor. La imagen fue contundente: una multitud frente a su casa, cantando, llorando, abrazándose.
La consigna que surgió de forma espontánea lo resume todo: “Con Cristina no se jode”. Porque para miles de militantes, dirigentes y ciudadanos, esto no es solo una cuestión judicial: es un ataque directo al derecho a elegir.
🤝 El peronismo vuelve a reagruparse
En medio del vendaval, el peronismo empezó a reconfigurarse. Viejos aliados que estaban distanciados, como Jorge Ferraresi y Mario Secco, se hicieron presentes. Otros, como Guillermo Moreno, cambiaron el tono crítico y se sumaron con gestos de reconciliación. Hubo empanadas, mates, abrazos, pero sobre todo una certeza: Cristina no está sola.
El movimiento no se limita a Buenos Aires. En la sede del PJ Nacional, se pusieron en marcha tres comisiones de trabajo: territorial, internacional y comunicacional. El objetivo es claro: extender el apoyo a cada rincón del país. Cada provincia tendrá su acto, su movilización, su forma de decir presente.
🔥 Vigilia permanente, calor militante
Como en Brasil con el campamento Lula Livre, en Argentina se está gestando algo similar. Frente al departamento de Cristina se vive una especie de vigilia rotativa. Durante el día, la presencia ronda las seiscientas personas, pero al caer la tarde el número crece. Trabajadores, estudiantes, jubilados, todos van y vienen, sosteniendo una red de afecto y compromiso.
Por momentos parece una fiesta, por otros una misa, pero en todos los casos es una demostración de fuerza popular. Cristina aparece en el balcón, sonríe, tira besos, baila con un buzo de la Universidad de La Plata. El gesto importa: sigue de pie.
🗣️ “No vamos a dejar que la humillen”
En la previa de su visita a tribunales para notificarse formalmente del fallo, la militancia prepara una gran caravana para acompañarla. No se quiere repetir la postal de presos políticos como en tiempos del macrismo. Se quiere mostrar que hay una línea que no se va a cruzar: la dignidad de Cristina es la de todos.
💬 “Lo que está en juego es el destino del país”
Así lo dijo Máximo Kirchner, al salir del departamento. Pero no fue el único. Paco Olveira, uno de los curas en opción por los pobres, leyó un salmo desde el balcón. Las lágrimas fueron compartidas. La música, constante. La esperanza, intacta.
Lo que parecía un cierre judicial se transformó en una apertura política. Cristina, proscripta por los jueces, fue repuesta por su pueblo. Ya no importa si podrá ser candidata. Importa que sigue siendo la referencia central del movimiento nacional y popular.
Y eso, ni la Corte ni sus enemigos lo pueden condenar.