Puertos, trenes y tecnología marcan el avance de la influencia china en América Latina, con inversiones que reconfiguran el comercio regional y global.
China avanza en su estrategia para consolidarse como actor clave en la infraestructura logística de América Latina. A través de proyectos como el megapuerto de Chancay en Perú y el impulso al tren bioceánico que conectaría Brasil, Bolivia y Perú, busca acortar distancias con Asia y fortalecer su presencia en sectores estratégicos como el transporte y la energía.
Colombia se sumó recientemente a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, tras un acuerdo entre Gustavo Petro y Xi Jinping en Pekín. El pacto incluye inversiones en infraestructura, energía y tecnología, y representa un giro en la política exterior colombiana, tradicionalmente alineada con Estados Unidos.
En Brasil, las inversiones chinas superan los 70.000 millones de dólares, con foco en transporte ferroviario y energía. Además, se discute la construcción de una línea férrea que conecte el puerto peruano de Chancay con el interior brasileño, lo que reduciría en 10.000 kilómetros la distancia marítima hacia China.
Mientras tanto, Estados Unidos observa con preocupación el avance chino en la región, especialmente por la participación de empresas del gigante asiático en puertos clave y en el sector de las telecomunicaciones, ante el temor de un posible uso estratégico de estas infraestructuras.
