Este miércoles, casi todas las fábricas del sector automotriz en el Área Metropolitana se vieron obligadas a suspender el primer turno de producción debido a la masiva adhesión de trabajadores convocados por el sindicato SMATA para marchar hacia Plaza de Mayo en respaldo a Cristina Fernández de Kirchner. Las plantas de Ford y Volkswagen en General Pacheco, Toyota en Zárate y Mercedes‑Benz en Virrey del Pino quedaron paralizadas, lo que significó la no fabricación de entre 150 y 200 vehículos por planta durante la mañana. Solo las de Peugeot/Citroën en Palomar y Fiat en Córdoba operaron con normalidad.
El impacto económico fue considerable: se estimó que entre 700 y 800 vehículos dejaron de producirse, lo que representa una pérdida significativa, tanto por la caída en la producción como por los costos operativos que implica reiniciar una línea industrial ya lista para fabricar. Aunque las firmas podrán intentar recuperar esas unidades mediante extensiones de turno o trabajo los sábados, esto implicará un desembolso adicional por horas extras y encendido de instalaciones.
Este fenómeno no fue aislado: el gremio SMATA actuó según su política habitual, avisando a las empresas el ausentismo masivo esperado y suspendiendo el turno matutino, alentando al personal a presentarse solo para luego dirigirse a la marcha. Desde las automotrices aseguran que, aunque las fábricas permanecieron operativas y equipadas, la falta de mano de obra impidió la producción, lo que vuelve a poner en evidencia el poder de movilización del movimiento obrero en la Argentina y su impacto directo en la actividad industrial del país.